Cómo cambiar la garrafa del dispensador de agua de la oficina
Casi todas las oficinas tienen dispensadores de agua de garrafa con un grifo de agua fría y otro de agua caliente para que te hagas tu té o infusión, sin necesidad de microondas o hervidor. Una minoría de empresas tiene fuentes de agua fría. Si la tuya no tiene nada, es que trabajas en un sitio muy cutre.
En el caso de que estés en el grupo de los dispensadores de agua, supongo que más de una vez has ido a rellenar tu botella de agua y te has encontrado con la garrafa vacía.
En ciudades donde la calidad del agua es buena, uno va al grifo de la cocina o del servicio, rellena la botella y asunto arreglado. En las ciudades dónde la calidad del agua es mala, la opción alternativa es comprar una botella de agua mineral en la máquina del vending a precio de oro.
En ambos casos, siempre te quedas con la duda de porqué la persona que fue antes que tú al dispensador no cambió la garrafa y puso una llena. De hecho, a ti tampoco se te ocurre hacerlo.
En este post te voy a explicar paso a paso cómo cambiar la garrafa del dispensador de agua y así además descubrirás el motivo por el que nadie lo hace. Es muy importante que leas hasta el final.
Paso 1: Comprueba que la garrafa está completamente vacía
Como la garrafa está insertada en el dispensador, no ves los últimos litros que aún quedan en la garrafa. Por eso, debes asegurarte que está completamente vacía. No vaya a ser que al extraer la garrafa, te mojes y tengas que ir al servicio a hacer contorsionismo debajo del secador de manos para secar tu ropa.
La mejor forma de hacerlo es colocando tu botella o un vaso debajo del grifo del dispensador y pulsarlo hasta que no salga nada. También puedes mover ligeramente la garrafa. Si no oyes nada, es que está vacía. Si oyes un ruido tipo glu, glu es que aun queda algo de agua.
Paso 2: Saca la garrafa del dispensador
Pon tus manos a ambos lados de la garrafa y extrae la garrafa hacia arriba. Como está vacía, no pesa nada, así que no corres el riesgo de lesionarte las lumbares, hombros o brazos. Deja la garrafa vacía en el suelo al lado del dispensador.
Paso 3: Localiza dónde están garrafas llenas
En algunas oficinas están en baldas justo al lado del dispensador y en otras están en un almacén en algún lugar de la oficina.
Si tu empresa es del segundo grupo, dirígete al almacén de garrafas. Si desconoces dónde está el almacén, consulta el manual del empleado que te dieron en tu primer día en la empresa y que tú todavía no has leído. También puedes preguntar en recursos humanos, que les pagan para que estés feliz en el trabajo.
Paso 4: Descubre cuánto pesa una garrafa llena
Una vez en el almacén, intenta coger una llena para llevarla y ponerla en el dispensador.
Descubrirás que las garrafas llenas pesan mucho … no, no eres tirillas, el tamaño normal son 20 litros. Ahora entiendes porqué nadie ha cambiado antes que tú el bidón.
Por cierto, en este almacén también puedes encontrar vasos. Que a veces se gastan y nadie es capaz de reponerlos. Lo bueno de los vasos es que no pesan nada.
Paso 5: Vuelve a colocar la garrafa vacía en el dispensador
Regresa al dispensador y vuelve a colocar la garrafa vacía. Deja todo como te lo encontraste cuando fuiste a rellenar tu botella de agua.
Borra las pruebas de que estuviste allí y regresa a tu sitio. Vuelve pasado un buen rato, a ver mientras tanto ha habido alguien que ha cambiado la garrafa.
Paso 6: Disimula y espera
Si tienes mucha sed, otra opción es quedarte al lado del dispensador y esperar a que venga alguien que cambie la garrafa. Ojo, hazlo con disimulo. Por ejemplo, haciendo que te has parado casualmente allí a leer algún correo electrónico urgente en el móvil.
Si pasan los minutos y no aparece nadie dispuesto a cambiar la garrafa, pide ayuda al cachas de la oficina. Estará encantado de ayudar a una damisela en apuros y además así amortiza la cuota del gimnasio 😛
Paso 7: Disfruta del trabajo bien hecho
Rellena tu botella de agua y disfruta de lo fresquita que está gracias a los músculos del cachas de la oficina. No te olvides de agradecerle el buen trabajo. Tu feedback positivo le motivará para continuar cambiando garrafas en el futuro.
¿Tienes otras estrategias para que sean otros los que cambien la garrafa de agua?
¿Eres tú el cachas de la oficina?
10 noviembre, 2021 @ 20:59
“Borra las pruebas de que estuviste allí…”
“Lo bueno de los vasos es que no pesan nada.”
Qué grande. Genial, como siempre.
10 noviembre, 2021 @ 21:21
¡Gracias, Jordi!
Es que hay gente que debe pensar que los vasos pesan tanto como la garrafa llena. Otros no saben ni donde están guardados (es lo que pasa cuando no se lee el manual del empleado). Por otro lado, es muy importante borrar las pruebas, que luego te pueden acusar de compañero jeta y poco solidario, jajaja.
11 noviembre, 2021 @ 10:09
Anda que no he cambiado yo garrafas de agua… Después de leerte me ha entrado un poco complejo del cachas de la ofi?
Pero eso se acabó, ahora hemos evolucionado como los Pokémon y tenemos fuentes con agua fría, agua del tiempo y agua caliente. El futuro ha llegado!!
11 noviembre, 2021 @ 18:04
Hola Juanan:
si has cambiado muchas garrafas, queda confirmado que eres el cachas de la oficina jajaja.
Qué fuentes más futuristas tenéis con tanta elección de temperatura del agua. Veo que RRHH os cuida.
Me alegro de que ya no tengas que hacer levantamiento de garrafas.
15 noviembre, 2021 @ 14:34
De hecho en mi despacho devolvimos las fuentes, preferían morir de sed antes que cambiar las botellas.
15 noviembre, 2021 @ 22:08
jajaja, Paz, no me extraña que devolvieráis las fuentes. Espero que hayáis encontrado una alternativa para no moriros de sed.
Gracias por tu comentario
23 noviembre, 2021 @ 19:08
Una vez decidí cambiar yo la garrafa (en Argentina le decimos “bidón”, garrafas son las de gas), supongo que porque me daba vergüenza pedir ayuda. Cuando la estaba por colocar en el dispenser, se me resbaló y se cayó sobre el dedo gordo del pie. Me dolía bastante pero no quise ir a la enfermería porque tenía los calcetines rotos jajajaja. Por suerte no me quebré el dedo pero se me hinchó bastante (no pude usar zapatos durante varios días) y al final perdí la uña. Nunca más tuve vergüenza de pedir ayuda.
23 noviembre, 2021 @ 20:59
No sabes lo que me he reído con tu anécdota, Silvina. Menudo cúmulo de desgracias tuviste aquel día por ser vergonzosa.
Menos mal que no se te rompió el dedo, aunque debiste de ver las estrellas cuando se te cayó el bidón encima y luego con la hinchazón y la uña ¡puff!
No falla, el día que te pones calcetines rotos porque ¿qué puede pasar?, ¡pum! algo pasa que tienes que quitarte el zapato. La ley de Murphy.Tu aguantaste el dolor como una campeona, jajaja
Muchas gracias por compartir tu historia.
PD: En España también decimos “bidón” pero para las garrafas grandes (los dos son para líquidos) y “bombonas” para las de gas. A los agujeros de los calcetines les llamamos “tomates”. Qué curioso cómo hablamos español en cada país. Me encanta esta variedad.
10 enero, 2022 @ 02:40
Me he reído como nunca. Literal esperaba algún consejo o tip para cambiar la garrafa, para saber que es lo que hago siempre xD. Excelente!
10 enero, 2022 @ 20:26
Hola Mayra,
me alegra saber que te has echado unas risas leyendo el post.
Por tu comentario veo que tú ya eres experta en el “cambio de garrafas” jajaja Sigue como hasta ahora, no te puedo dar mejor consejo 😉
17 junio, 2022 @ 18:14
Yo utilizo la táctica de la espalda echa polvo… En mi oficina son 19 litros y hay que levantarla a la altura del pecho. Y me da miedo tener que cogerme una baja de una semana por hacerlo… Siempre se lo pido al ordenanza 🙁 Besitos bonita!!
10 agosto, 2022 @ 17:27
Yo siempre pido ayuda porque tengo pocas fuerzas. Una vez que no había nadie cambié la garrafa yo sola y de regalo me lesioné la muñeca así que nunca más XD
21 agosto, 2023 @ 09:39
El gran problema del recambio de garrafas son los periodos vacacionales, ya sabes, ese maldito agosto y esas 2 semanas de Navidad en las que la oficina parece un cementerio. Una servidora, que suele trabajar en esos periodos más por gusto que por obligación (al menos estás más a tus anchas) detecta con estupor que las empresas de proveedores de garrafas desaparecen como por arte de magia. Sus repartidores no acuden. Igual consideran que no habrá tanto consumo y que, por lógica, no es necesario reponer y gastar gasolina en ese viaje. También entiendo que disponen de menos plantilla porque sus repartidores viven su vida vacacional como el resto. Nada sería un problema si no fuera porque a menudo, de casualidad, ya quedan 1 o 2 garrafas el día inmediatamente anterior a las vacaciones. En verano, julio y agosto, la situación se dispara a niveles más alarmantes porque la gente suele beber el triple y el calor genera más sed. Reservas agotadas. Y te quedas solita en oficina esperando a que un milagro multiplique el agua. Porque no queda y los repartidores, esfumados. Dicha travesía del desierto vacacional no se limita al agua. Las máquinas de golosinas, snacks salados y latas sufren el mismo fenómeno. Una ha llegado a contemplar sandwiches que atravesaban agosto pudriéndose lentamente en una máquina a la que un mal contacto dejaba sin luz. ¿Las empresas de vending? Esfumadas.